JAVIER BECERRA 2019/11/30
22:55 h
«Somos mayores y no queremos
ser una carga para los hijos»
Una gallega promueve en Gran Canaria 50 pisos colaborativos con servicios
comunes exclusivos para gente de entre 50 y 70 años
Rosa San Martín (segunda por la izquierda), junto a varios de los socios del «cohousing» de Gran Canaria |
«Somos mayores, los hijos trabajan, tienen su propia familia y no queremos
ser una carga para ellos», explica Rosa San Martín. «Queremos vivir con
personas de edades, gustos y necesidades parecidas -añade-. Vivir en compañía y
tener bienestar. No queremos estar en casa, que te cuide un hijo y
amargarle la vida. O con un cuidador, que no sabes cómo te cuidará».
Con ese panorama en mente apareció entre un grupo de estudiantes de la
Universidad de Mayores de Las Palmas, donde Rosa reside desde hace 28 años, la
fórmula del cohousing. Así se denomina a las viviendas
colaborativas que tienen gran difusión en los países nórdicos. También en EE.
UU. Se plantean como una alternativa a los asilos y las residencias. La
idea pasa por establecer una cooperativa de 50 viviendas, con salón-comedor,
dos habitaciones, baño y terraza. Estas contarán, además, con
servicios comunes como comedor, salas de reuniones y espacios para talleres.
«Somos ya 17 socios, uno por vivienda, y unas 30 personas. Ahora estamos a
punto de elegir el solar. Cuando esté listo seguro que se apuntan más»,
aventura.
Límites de edad
Según
lo establecido en los estatutos de Covisenior Gran Canaria (así se denomina la
cooperativa), solo pueden acceder a la cooperativa personas entre
50 y 70 años que se encuentren bien física y psíquicamente. «Queremos
envejecer entre amigos, con gente solidaria que te pueda echar una mano en un
momento de dificultad -explica-. Aquí estaremos todos juntos, del modo de que
si un vecino se pone malo hay un amigo que le echa una mano. Si luego uno tiene
la desgracia de tener una minusvalía, entraría en otra dependencia con
cuidados».
Respecto
al precio, la cooperativista prefiere no dar cifras porque, dicen, «depende de
que el solar que tenemos elegido lo aprueben todos los socios». Pero
indica que «si uno quiere macharse, puede hacerlo recuperando el dinero
invertido». También el heredero, en el caso de no reunir los requisitos de
edad.
«Le gente tiende a volver a eso, al barrio
antiguo», insiste esta viguesa, que prepara su vejez en este entorno tan
particular.
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